lunes, 14 de septiembre de 2015

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Echo de menos esas miradas que nos hacen cómplices de algo que llevamos creando un año, y nunca me arrepentiré de ello. Echo de menos tu olor, tus abrazos con un sabor dulce como si me invitaras a quedar toda una vida a tu lado. Echo de menos el sexo de madrugada con cosquillas por la espalda después de llevarte al cielo o infierno. 
Noches y noches en las que los lobos salen a aullar a su única luna con la esperanza de que la oiga y vuelva. Sin rendirse. Firmes. Fuertes. Aullidos toda una noche de luna llena. Esperándote en su vereda, calmando este desgarrador grito dentro de mi surgido por tu ausencia. Vuelve esta noche y te juro que te bajaré la luna todas las noches a tu habitación, te contare tus estrellas y haré constelaciones con los lunares. Te comeré la vida a bocados, y viviré tu cuerpo hasta que no pueda más. Te versaré una vez más y me iré a mis anchas esperando volver a poner un punto y coma en esta historia porque jamás querré acabar con ella. 

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