domingo, 2 de octubre de 2016

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Era esa clase de chica que prefería ir con los cascos en el tren y no hablar con alguien de algún tema estúpido por forzar una conversación que simplemente no salía. Le gustaba el rock y se desmelenaba cada vez que iba a algún garito donde ahogaba sus lágrimas en cerveza fría y bailaba como si ese fuese su último día. Sonreía tanto que parecía feliz, pero pocos conocían el corazón roto y quebrajado que llevaba consigo siempre que salía de casa. Intentó curarse con alcohol sin tener en cuenta que lo único que hacía era desinfectar el corazón hasta que un día dejó de sentir, quedándose completamente vacía. Si te fijabas bien, podías ver en sus ojos un mundo oscuro en el que se escondía de sus fantasmas sin saber muy bien cómo escapar de aquel mundo. Incertidumbre, misterio y soledad son las palabras que llevaba grabada en la piel junto a sus inseguridades, aunque las ocultaba por miedo a que la conociesen del todo, por miedo a quedarse sola sin entender que así es como de verdad se quedaría si seguía haciendo lo mismo. Todas las noches su mente le jugaba malas pasadas y algún día de locura acababa casi sin palpitar, por ese deseo imparable de desaparecer. Nadie la entendía del todo, pero tampoco podía dejarse ayudar, no quería suponer una carga en los problemas de los demás. Bastante jodido está el mundo como para preocuparse por ella. Besaba sin que se dieran cuenta de que lo único que buscaba era ese cariño capaz de hacerla sentir especial y única, unos brazos donde agarrarse cuando todo fuese mal y que no se fueran cuando el sol se escondía. Nadie nunca la leyó entre líneas y acabó siendo una historia de esas que tiras a la basura porque crees que no es suficientemente buena. Acabó siendo una historia olvidada que nunca tuvo final, y si lo tuvo nunca lo sabremos. Gritaba en silencio para que se quedasen con ella, pero nadie nunca la escuchó.

jueves, 21 de julio de 2016

Kamikaze

Busco ese huracán que ponga toda mi vida patas arriba mientras me ordena el corazón. Hace tiempo que te echo de menos, cuando en verdad debería echarte de más. Estoy harta de esta coraza que simula un corazón de piedra porque el de verdad hace tiempo que está roto en mil pedazos. Cómo puedo hacerte entender que tu eres todo lo que necesito para poder respirar y poner en calma todas estas aguas.  Que no hay cosa que más duela que el no tenerte entre mis brazos, saber que hace tiempo que no estás y aún así seguir luchando por algo que ya se fue.  No sé como explicarte que la única persona capaz de hacer que este barco salga a flote eres tú, la única persona capaz de reconstruir todas estas ruinas.
Ya llevo demasiados kilómetros recorridos por esta carretera y aún sigo sin ver ninguna señal que indique cual es el camino hacia tu cama, hacia tus besos, hacia mi ataraxia.  Sigo perdida dando vueltas y alejandome más del camino de tu espalda hasta tu nuca, sin poder decir "te quiero" una vez más.  Al oído.  Sin que nadie nos oiga. 
Sigo en este mar que por más que nade a contracorriente no consigo avanzar ni cien metros.  Ya solo me queda dejarme arrastrar por las olas hasta la orilla con la esperanza de que estés allí para salvarme.  Podría nadar eternamente pero ya sabes que no tengo tantas fuerzas como para seguir haciendolo, ya no puedo recargarme con tu cariño porque hace mucho que eso del cariño ya no va contigo ni conmigo.  Nuestro amor se quedó aparcado con nuestras ganas en algún trago de cerveza en el último bar que pisamos, y no sabes lo que echo de menos todo eso.  Duele mucho echar de menos un pasado que quería que fuera mi presente, y por más que lo intente no consigo que pase.  Sigo flotando, pero no salgo a flote, sigo sobreviviendo pero no vivo, y sigo amando pero no beso. No puedo vivir de ojalás pero ojalá seques todo este mar de lágrimas, toda esta humareda, y podamos volver a salvarnos una vez más.  Al fin y al cabo eso es lo que somos: salvavidas que dan su vida porque otra persona salga a flote a pesar de que ya estemos hundidos.

miércoles, 13 de abril de 2016

Chica rota.

Tan frágil que aparenta ser fuerte, tiene una sonrisa rota demasiado bonita y una historia demasiado triste tras ella. Se rompe tantas veces al día que ha perdido la cuenta, y se odia tanto que empieza a dudar del sentido de su vida.  Tiene una mirada tan fría que te hiela por dentro, y una boca que guarda besos que nunca dará para alguien que quizás nunca llegue.  Necesita que la salven, se está volviendo loca entre estas cuatro paredes y no es capaz de ver la salida de emergencia de este naufragio de vida.  Quiere una sonrisa que la complete, que la haga sentir llena y no más vacía de lo que está.  Lleva con ella miles de máscaras, muros y golpes que le impusieron esta mierda de sociedad, pretende ser feliz en un mundo en el que todos quieren verla caer y cada vez duda más de si de verdad vale para esto o simplemente debe aceptar que es frágil, que no puede, que se acabó.
Camina como un alma solitaria en medio de una calle oscura en la que los únicos ojos que la miran son los del gato negro parado en la esquina, como si quisiera transmitirle esa mala suerte a su día a día. Recorre las mismas calles día sí y día también como si fuera fantasma, invisible ante el miedo que le provoca que descubran la cara oculta de la moneda porque sabe que nunca la querrían siendo ella misma. Rompe todo su cuerpo, incluso el corazón, con pensamientos que la destrozan una y otra vez. Cree que no puede, que es inútil y que va a perder en todo lo que se proponga.  Prefiere seguir en su oscura habitación a salir ahí fuera porque no soporta ver el sol para tener que fingir sonrisas, para tener que fingir que está bien. 
Se está ahogando, y nadie la ve, nadie la ayuda, nadie la salva.  Tiene escrito en sus ojos con tinta invisible un "no puedo más" junto a un "sálvame" que nadie es capaz de leer, y si lo hacen,  huyen. Está rota y nadie quiere reconstruirla.

lunes, 11 de abril de 2016

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La he visto proclamarse diosa en mitad de una sonrisa, ser estrella en medio de la noche y desde entonces no puedo parar de mirarla. Que he ido contando uno a uno sus lunares sin que ella se diera cuenta, derribando cada uno de los muros que me alejan de su boca. Le he escrito con tinta invisible sobre su espalda, a besos, cada cosa que mis silencios callan; y le he desnudado lentamente con la mirada queriendo besar todas sus cicatrices. Que la he visto sonreír y me he perdido en ella como un loco buscando su cuerda. Me he mordido el labio esperando que lo hicieras tú, impregnándome de tu olor para poder aguantar un día más en estas ruinas. La creían loca porque tenía un carácter con estilo de vendaval, y se creía caos cuando en realidad era el desastre más bonito que había visto. Por ello, dejaba huella por donde pasaba, tenía un incendio en la mirada que era incapaz de dejarme respirar. Y es que se acerca y me la lía, noto su respiración cerca y me acelero. Me pierde. Me pierdes.
Y desde entonces, se presentan miles de dilemas contradictorios y no sé bien cual elegir, porque me la lía cada vez que me pide un abrazo. Estoy aquí sentada viendo pasar oportunidades porque no soy capaz de arriesgarlo todo por miedo. Tengo demasiado miedo como para poder decirte un "Quédate", pasa el tiempo y todo sigue igual de caos que siempre. Pon orden. Haz que me tiemblen las piernas si te atreves, juégate todo en este juego de niños que hemos creado y reconstrúyeme. Reconstruye a este de aquí de la izquierda que está empeñado en fijarse sólo en ti. Dile que esto no es buena idea, que es una locura y que todo es una paranoia que crea la mente para jugar con el corazón a perder.  Díselo, porque a mí no me quiere hacer caso.