Ese beso se quedó en mí cómo si llenase ese vacío y pudiese
cicatrizar todas mis heridas de guerra con sus labios. No hay otro sentimiento
que valga más la pena que el vacío que llenas cuando estás, cuando encuentras a
alguien que te entiende y pone un poco de luz en tu camino. Porque todos hemos
pasado por un lado oscuro en nuestro camino y hemos necesitado a alguien quien
nos guiase cuando todo estaba negro, apagado.
Me desangro con un bolígrafo en medio de un papel con la
intención de dejar un rastro que me lleve de vuelta a ti. Dejando letras en vez
de migas de pan, para no perderme. Aunque sé que las devorará y arrasará con
ella cualquier depredador que esté cerca. Y es que no quiero que sientas otra
cosa que no sea amor, hacia ti. Ven, quédate conmigo esta tarde, intercambiemos
un par de risas, sonrisas tímidas, y deshace todos esos nudos que te atan
dentro de tu pecho, respira y siente. Libérate.
No tienes mayor defecto que el de no sonreír, o sonreír
adjudicándote esa careta de la que tanto te arrepientes, y que no te hace bien.
Ven, sé tú conmigo. Simplemente tú. Aprende que no todo son aciertos, pero
tampoco errores. Que tienes miles de cosas buenas, y quizás alguna mala. Pero
quiérete, porque eres una chica demasiado preciosa como para malgastar sonrisas
y ocultar llantos hasta la una de la madrugada.
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