En estas cuatro paredes ya hace frío sin ti. Desde la última vez que viniste se quedó tu esencia en mi cama, pero ahora todo te echa de menos. Estas piernas ya no se sostienen si no vienen tus brazos a salvarme. Ven. Repite una y otra vez mi subconsciente mientras te guarda esa rosa roja que tanto decías que te gustaba. Una, dos, tal vez seis, o doce. El reloj está en marcha en el inicio de un nuevo año, y tú tardas en venir. No quiero llegar al punto de que mi corazón no resista más a todo el frío que le rodea. Necesita calor, necesita de ti, un par de beso y un te quiero mientras te tumbas en mi pecho. Ya sabes que él está encantado de ser tu almohada y acompañarte en los miles de viajes soñados.
Ven, por favor. Ven y hazme el amor. Haz que vuelva a sentir, sentirte. Crear esa armonía de gemidos que tanto nos gusta. Y que se jodan los vecinos, prefiero mil veces hacerte el amor a la guerra, aunque bueno, si es guerra y en la cama, no me importaría.
Porque me encanta todo de ti, y quiero abrazarte mientras siento esa frase dentro de mí: todo irá bien, pequeña.
Tan sólo te necesito a ti, a nadie más.
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