martes, 25 de noviembre de 2014

Un tal 9 de Julio, dicen.

Dos miradas que se cruzan en una oportunidad no perdida por medio segundo. Entre miles de personas, apareces y yo dejo de respirar por un segundo, das un vuelco a mi corazón con tu sonrisa mientras aún intento recuperarme de ello. A pesar de que el tiempo pase, aquel sentimiento calcó tanto en mí que aún sigue conmigo, ahora y siempre. El sol te iluminaba, como si fueras esa rosa roja que aprende a crecer más que el resto, queriendo ser diferente, tú. Como si fueras a por todas, sabiendo que lo conseguirías, sin ningún tipo de reproche, sin nada que te parase. Tenías una comisura que invitaba a bailar con ella intentando no pisarte los pies, o en este caso, a no besarte. Pero con mi torpeza y esas ganas, te aseguro que me tropezaría con tu beso. El beso. Me miras y no aguanto tu mirada, cabizbaja pensándote, pretendo llamar tu atención aunque no pueda causar gran cosa en ti. Y ahí estabas, miradas esquivas, efímeras y enamoradizas. Ese fue el mejor día de mi vida, cuando pude cruzar alguna que otra mirada contigo. Todavía te guardo aquí, y no te olvido.

No hay comentarios: